Tras una serie de reformas en la década del 90, la minería argentina creció como nunca antes durante la década del 2000. Los números de la actividad la ubican a la par de rubros económicos tradicionales como la ganadería. Sin embargo, desde hace algunos años los indicadores se amesetaron y la proliferación de emprendimientos se enfrió. Aquí, un repaso por los cambios que sufrió la actividad y algunas proyecciones a futuro.
La extracción minera en la Argentina atravesó a lo largo de la década de 2000 un auge otorio. muchas economías provinciales hoy no podrían explicarse si no fuera a través de la minería. Pero esa pujanza en la actividad no fue una constante a lo largo de la historia argentina. De hecho, hasta mitad de la década del 90, la minería tenía un carácter marginal en el modelo productivo argentino. Fue recién a partir de la sanción de la Ley 24196, promulgada por el Ejecutivo en mayo de 1993, que el sector comenzó a tomar impulso. La aprobación de un régimen destinado al fomento de las inversiones, que garantizaba la estabilidad fiscal por 30 años y una serie de beneficios impositivos, fue un factor determinante para la radicación de grandes compañías internacionales en el país. “El incremento de la presencia del capital extranjero en la actividad minera en Argentina ocurre también en países como Chile, México, Perú y Brasil, y es parte de un proceso que condujo a una acelerada relocalización de la producción minera mundial durante los noventa, en el que América del Sur ha tenido un rol determinante”, señala Oscar Prado en un documento de investigación elaborado para la CEPAL. Pero tras una década de grandes avances en el sector minero, la Argentina enfrenta ahora grandes desafíos hacia el futuro. El contexto internacional de los precios (a la baja) condicionó la explotación de los minerales, generando desventajas competitivas frente a otros grandes productores regionales. Por todo esto, resulta conveniente repasar el camino recorrido por la minería en los últimos años, para observar qué fue los que la hizo crecer exponencialmente y cuáles son sus debilidades inherentes.
Una legislación beneficiosa
Aunque ya pasaron más de 20 años desde la promulgación de la ley, sigue siendo material de análisis para los estudiosos del sector minero argentino. Entre las facilidades previstas por la Ley de Inversiones Mineras (Ley 24196), destacan la deducción de hasta el 100 por ciento del impuesto a las ganancias de los montos invertidos en las etapas de prospección y exploración, así también como estudios, ensayos y demás trabajos destinados a determinar la factibilidad técnico- económica de los proyectos. Se contemplan también beneficios a la exportación y se exime del pago de derechos de importación por la introducción de bienes de capital, equipos e insumos. A su vez, a través de otra norma sancionada por el Congreso en 1994, se estableció un régimen de financiamiento para el pago del IVA que permite la devolución anticipada de ese impuesto para la adquisición de bienes de capital y para la inversiones en infraestructura. Las empresas mineras cuentan además con la libre disponibilidad de las divisas obtenidas de sus exportaciones. Otro aspecto importante a tener en cuenta, como señala el especialista Gaspar Tolón Estarelles en “Situación actual de la minería en la Argentina”, un paper publicado por la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina y la filial loca de la Fundación Friederich Ebert, es que con la reforma de la Constitución Nacional en 1994, los Estados provinciales pasaron a ser los propietarios del subsuelo. “En la legislación argentina previa, la propiedad del subsuelo –siempre estatal- había sido estipulada alternativamente como nacional o provincial dada la ambigüedad en este punto a nivel constitucional”, señala Tolón Estellares. El espíritu que animó este conjunto de normativas fue la necesidad de contar con un horizonte de previsibilidad debido al largo período de maduración de las inversiones y al alto riesgo financiero que presentan. A pesar del tiempo que transcurrió desde la entrada en vigencia de la ley, las modificaciones de las normativas monetarias y cambiarias derivados de la salida del régimen de convertibilidad no modificaron sustantivamente los aspectos comerciales, cambiarios, tributarios y financieros relacionados a la actividad minera. Así lo señala Oscar Prado en el trabajo “Situación y perspectivas de la minería metálica en Argentina”.
El contexto justo
Según Gaspar Tolón Estarelles, más allá del marco legal descripto, “el perfil de la actividad minera nacional a inicios del siglo XXI debe explicarse como el producto de dos procesos retroalimentados mutuamente”. En primer lugar, el autor dice que debe considerarse el prolongado deterioro del perfil minero previo al período analizado. Ese deterioro estaba “estructurado en base a la demanda de insumos minerales por parte de las industrias nacionales, tanto de las ramas manufactureras como de la construcción”. Tolón Estarelles indica que este declive se inició a mediados de la década de 1970 con la crisis y desarticulación de la Industrialización por Sustitución de Importaciones, proceso que implicó una drástica reducción en la demanda local de estas materias primas, y que fue revertido recién a partir de la recuperación posterior a la crisis de 2001/2002. El segundo eje al que se refiere el autor, está dado por el progresivo agotamiento mundial de los yacimientos metalíferos de mayor concentración y accesibilidad. Esa escasez impulsó la entrada en funcionamiento de depósitos de menor calidad como los presentes en la Cordillera de los Andes. “En efecto –señala Tolón Estarelles-, ante la siempre pujante demanda mundial de materias primas, y en particular con el ingreso de China al mercado mundial, el incremento en los precios de metales como el cobre modificó sustancialmente diversas leyes de corte y convirtió a los yacimientos argentinos, antes escasamente rentables, en fuertes atractores de Inversión Extranjera Directa (IED)”. En una línea similar, Mariano Lamothe, gerente de Análisis Económico de la consultora Abeceb.com, remarca que “el empuje internacional vino, además de por el ciclo de precios máximos históricos para los minerales, por la fuerte demanda sostenida de los países emergentes encabezados por China e India”. El especialista explica que “el valor del oro desde 2002 hasta 2012 escaló 398 por ciento y el del resto de los minerales lo hizo un 342 por ciento. Al mismo tiempo, la demanda de China creció hasta convertirse la responsable por el 62 por ciento del consumo mundial de hierro y casi la mitad de toda la demanda global de acero, plomo, estaño, aluminio, zinc y cobre. Además, juntas China e India, consumen el 46 por ciento de todo el oro que se extrae y el 24 por ciento de toda la plata”.
El impacto local
Para tomar real dimensión de cómo repercutió en la economía argentina la radicación de una diversidad de emprendimientos mineros en los últimos 20 años, basta con señalar el crecimiento de la producción y de las exportaciones metalíferas en la segunda mitad de la década del 90. La entrada en producción del proyecto cuprífero y aurífero de Bajo de la Alumbrera y la extracción de litio en el Salar del hombre Muerto, ambos en Catamarca, dieron el puntapié inicial para el desarrollo de la gran minería. En apenas un año, entre 1996 y 1997, el valor generado por la producción minera a nivel nacional pasó de 538 millones a 844 millones de pesos (cuando aún regía la convertibilidad con el dólar), y las exportaciones dieron un salto al pasar de apenas 36 millones a 292 millones de pesos. Un segundo mojón en este camino fue la inauguración del proyecto de oro y plata Cerro Vanguardia, en Santa Cruz, en 1998. Cabe destacar que la actividad no decayó, sino que se mantuvo constante durante los años posteriores a la crisis de 2001. Basta con indicar que entre 2000 y 2004 se invirtió en proyectos de producción minera metalífera un promedio anual de 300 millones de dólares. Sin embargo, fue recién a partir de 2005 que entraron en producción nuevos proyectos de envergadura. En el último período sobresale la puesta en producción de Veladero (San Juan), en 2005, y de San José, en 2007, ambos de oro y plata; en tanto que en 2009 fue el turno de Pirquitas (Jujuy –plata y estaño), Gualcamayo (San Juan –oro y plata) y Manantial Espejo (Santa Cruz –oro y plata). En 2008 se registró en el país un récord histórico, con 7350 millones de pesos en inversiones y 12.375 millones en exportaciones mineras. Desde la Secretaría de Minería destacan que en el período 2002-2011 (la Secretaría no ofrece datos más allá de esa fecha) se produjo un crecimiento acumulado del 3311 por ciento en el número de proyectos, un aumento del 1948 por ciento en las inversiones y la creación de más de 517.500 puestos de trabajo. Mariano Lamothe señala que “durante el ciclo de precios altos y alta demanda, Argentina se consolidó como el décimo destino mundial de las inversiones en exploración minera. Entre 2010 y 2011 recibió el 3 por ciento del total de los presupuestos de las empresas mineras destinados a la exploración. Todos estos recursos y esfuerzos convirtieron a la Argentina en el cuarto país con las mayores reservas de cobre, el tercero en reservas de litio, el séptimo en plata y boro, el octavo en potasio y el noveno en oro”. En cuanto a las proyecciones de cara al futuro, se prevé la radicación en el país de al menos 15 nuevos emprendimientos de envergadura internacional. Destacan los de Agua rica (Catamarca), Pachón (San Juan), Pascua Lama (San Juan, compartido con Chile), Casposo (San Juan) y Potasio Río Colorado (Mendoza).
Pero todo el escenario de bonanza descripto parece haberse, al menos, frenado. Lamothe advierte que “la nueva etapa que enfrentamos amenaza con revertir muchos de esos pasos avanzados”. Aunque los precios de los minerales permanecen altos en cuanto a su promedio histórico, se mantienen planchados y sin perspectivas de crecimiento en el corto plazo. “Sin este factor de impulso, la rentabilidad y la viabilidad de los proyectos mineros dependen de otras variables en las que nuestro país muestra debilidades competitivas”, comenta el especialista de Abeceb.com. De hecho, ya en estos últimos tres años ya se sintieron retracciones en los presupuestos exploratorios mineros. Para Lamothe, “el principal obstáculo de competitividad de la Argentina en la minería viene por el lado de los cambios de rumbo que tomó el régimen impositivo del sector. Si bien en los últimos años se verificó una tendencia global a incrementar la carga fiscal de la minería, los nuevos impuestos en los países con grandes desarrollos mineros tienen en común que los gravámenes se cargan a las utilidades y no a los ingresos brutos”. El especialista de Abeceb explica que en el caso de la Argentina la situación ha sido la opuesta. “La tendencia ha sido hacia una mayor captación de la renta por parte del Estado nacional y los gobiernos provinciales. También, generó mayores restricciones a las importaciones y en el mercado cambiario, en un contexto de necesidad de inversiones en bienes de capital. Además, estableció una normativa que impide el giro de utilidades de las empresas a sus casas matrices y modificó el régimen de liquidación de divisas”, analizó de manera crítica. ¿Las consecuencias? Básicamente se detuvieran o suspendieran proyectos que afectaron la expansión del sector. “Para tener una idea clara del impacto –dice Lamothe-, podemos señalar que en 2011 proyectábamos que para 2016 las exportaciones mineras generarían 16.654 millones de dólares y, tras las suspensiones de proyectos, actualmente las perspectivas es que en ese año ingresen 6667 millones de dólares. Como se ve, el perjuicio ocasionado a la economía nacional es muy alto, sobre todo para los tiempos de restricción de divisas en los que vivimos”.
Lo que viene
En otro informe de la misma consultora, pero liderado por Carolina Schuff, coodinadora de Análisis Sectorial, se marca que desde el año pasado la caída de los precios se desaceleró luego de que el mercado descontara los efectos de la quita de estímulos monetarios de EE.UU, y como consecuencia, el leve fortalecimiento del dólar. “Sin embargo –aclara Schuff-, en la comparación interanual los retrocesos son contundentes, especialmente en el caso de la plata, cuyo precio internacional a octubre de 2014 fue un 21,7 por ciento inferior al del mismo mes de 2013. En el mismo período, el oro y el cobre también sufrieron caídas, del 7,1% y 6,5% respectivamente. Sin embargo, para este año se espera que la producción se incremente debido a la puesta en marcha de Cerro Negro en Santa Cruz, al que se agregarían otros importantes de litio y potasio (Salar de Olaroz y Caucharí Olaroiz). Schuff asegura que “estos proyectos impulsarían las exportaciones mineras, por lo que se estima que las ventas externas pasarían de 3950 millones de dólares estimadas para 2014 a 4150 millones de dólares en 2015”. Para finalizar, Mariano Lamothe advierte que “más allá del repunte, el sector todavía continúa lejos de su verdadero potencial. Con los proyectos en cartera se podría duplicar el PIB minero en pocos años, pero la mayoría se encuentran frenados. Los cambios en el escenario internacional de precios se suman al aumento en los costos y la presión tributaria local, que dejan a Argentina mal posicionada en relación a otros países de la región (como Chile y Perú) que cuentan con marcos regulatorios y costos más competitivos para atraer inversiones”. Aunque lo mejor del ciclo parece haber pasado, Lamothe se muestra confiado en que “la demanda de minerales se mantendrá y nuestro país está bien posicionado entre los productores”. El desafío será superar las complicaciones en materia de competitividad que Argentina se autogenera. “Principalmente, debemos entender que el empeño por obtener regalías en el inmediato plazo destruye las posibilidades de desarrollar proyectos que generarían miles de millones de dólares en inversión y exportaciones en el largo plazo”, concluye el experto.