– ¿Considera que el incremento en la producción de hidrocarburos que ha habido en Neuquén se encuentra dentro de las expectativas previstas? ¿Cuáles son las proyecciones en el corto y mediano plazo?
Las expectativas han sido superadas, sobre todo en la producción de petróleo. Gracias al enorme potencial de Vaca Muerta, la provincia de Neuquén viene batiendo récords todos los meses. A mediados del año pasado, cuando dije que íbamos a terminar 2021 con una producción promedio de 235.000 barriles por día, algunos me trataron de exagerado. Incluso había dudas en el sector de que se pudiera alcanzar esa cifra; sin embargo, la hemos superado.
Y las proyecciones van ese sentido: hoy estamos en el orden de los 270.000 barriles de petróleo por día y nuestra expectativa es llegar antes de fin de año a superar el récord histórico, que es de 308.000 barriles por día.
La producción de gas, si bien a otro ritmo, también viene mostrando progresos notables. Neuquén hoy produce más del 45 por ciento del petróleo del país y más del 60 por ciento del gas.
– Se va a llevar a cabo la reactivación del Oleoducto Trasandino (OTASA) ¿Hay alguna fecha prevista?
Es un ducto que está inactivo desde 2006, por lo que hay que hacer distintas pruebas para ponerlo en funcionamiento. Estas pruebas, básicamente, consisten en transportar agua para comprobar su fiabilidad. El objetivo es poder despachar a Chile más de 50.000 barriles antes de fin de año. Periódicamente nos reunimos con autoridades de la empresa para ver si se pueden acelerar los tiempos.
– ¿El crecimiento en la producción ha impactado en una mayor cantidad de localización de empresas proveedoras de productos y servicios en Neuquén? ¿Se les han otorgado facilidades y beneficios?
La cadena de valor del sector hidrocaburífero es muy extensa e impacta de diversas maneras. El principal impacto cuando crece la producción es justamente la radicación de más empresas, sobre todo de pymes que brindan variedad de productos y servicios, que van desde los más técnicos y relacionados directamente a la actividad, como otros que son más aleatorios: provisión de viandas, transporte, ropa, esparcimiento. El crecimiento es notable, a tal punto que estamos trabajando permanentemente en ampliar los parques industriales existentes y en crear nuevos espacios con todos los servicios. Al mismo tiempo, esto nos obliga a que esas empresas estén conectadas con los centros de producción, por ejemplo Añelo, Cutral Co-Plaza Huincul o Rincón de los Sauces. Por eso el trabajo es constante en mejorar la conectividad vial. Estamos en plena ejecución de la Ruta 67 para conectar la ciudad de Neuquén con Añelo de una manera rápida y descongestionando la ruta 7, también ya está en marcha una nueva ruta correspondiente al corredor hidrocarburífero que incluye la vinculación de las rutas 7 y 17 con Añelo, antes del ingreso a la localidad que sube a la meseta, hasta la ruta que se dirige a Rincón de los Sauces, con la idea de separar la circulación urbana del tránsito pesado de la actividad petrolera.
En cuanto a los beneficios, he repetido incansablemente que el sector necesita de reglas claras para poder proyectar sus inversiones. Esto estamos haciendo en Neuquén, donde nos comprometimos a no aumentar la presión impositiva en lo que nos compete a nosotros.
– Si bien sabemos de varios proyectos y desarrollos que tienen y están relacionados con las energías renovables ¿Tienen alguno sobre la producción de hidrógeno verde?
La provincia apunta a reactivar la producción de agua pesada y, al mismo tiempo, desarrollar otras producciones en la PIAP. Hemos encontrado eco en las autoridades de la CNEA para ponernos a trabajar en la posibilidad de tener una planta industrial multipropósito que produzca agua pesada y que genere el desarrollo de hidrógeno verde y azul, además del desarrollo de fertilizantes. Para ello es importante que haya un precio diferencial y subsidiado del gas, para articular el desarrollo, que también requiere de inversiones para adaptar la planta. La PIAP posee una unidad de síntesis de amoníaco de 4.000 toneladas diarias, que puede utilizarse parcialmente para producir amoníaco destinado a la elaboración de fertilizantes u otros productos como el hidrógeno. En la PIAP se podría producir hidrógeno, verde o azul, según se trate de obtenerlo del agua del lago Arroyito o a partir del gas natural respectivamente, y amoníaco, también verde o azul por los mismos motivos.
Acabamos de otorgar dos nuevas áreas hicrocarburíferas no convencionales, con lo cual llegamos a 45 en total. Justamente parte de los ingresos que recibirá la Provincia en concepto de Responsabilidad Social Empresaria se destinará a la elaboración del proyecto para reconvertir la PIAP. Ese proyecto tiene un valor aproximado de 250 mil dólares.
– Hay un proyecto de relocalización de YPF hacia alguna provincia productora de hidrocarburos. ¿Piensa que Neuquén podría ser un destino adecuado? ¿Cómo impactaría en la zona?
Sería un acto de estricta justicia que la sede central de YPF tenga asiento en la provincia de Neuquén, ya que somos la mayor productora tanto de gas como de petróleo del país. Es la provincia donde se encuentra la formación Vaca Muerta, responsable de haber revertido el declino de producción después de varios años y que tengamos este sendero de crecimiento, fundamental para el país.
– Otras consideraciones que estime conveniente realizar
Hoy, además de continuar con el ritmo creciente de producción, es fundamental avanzar en la infraestructura necesaria para transportar esa producción, caso contrario pronto nos encontraremos cuellos de botella que nos impedirán aprovechar esta situación. Hemos pedido reiteradamente que con la debida anticipación se pueda renovar la concesión a Oldeval del oleoducto a Bahía Blanca, para que pueda proyectar las inversiones que permitan aumentar el caudal de transporte. Con el gas ya se ha dado un paso a través de las licitaciones correspondientes para la primera etapa del gasoducto Néstor Kirchner, que irá desde Tratayén hasta Salliqueló, en la provincia de Buenos Aires.
Siempre digo que en cuanto al gas no hay que desaprovechar ningún mercado. Hoy la Argentina tiene casi un 50 por ciento de sus hogares sin provisión de gas natural, para eso hacen falta gasoductos. Lo mismo para el mercado regional, donde Chile y Brasil son demandantes del fluido. Además, para destinos de ultramar, hay que ir proyectando una planta de licuefacción para el transporte por barcos. Queda mucho por hacer, pero hay que encararlo rápidamente; por un lado porque esto implica dejar de importar energía y, en consecuencia, ayudar a la incorporación de divisas para las arcas del Banco Central, pero por otro lado, pensando a mediano plazo, porque estamos en medio de una etapa de transición en todo el mundo, migrando hacia fuentes de energía renovables y limpias. Por eso, en los próximos 30 o 40 años hay que aprovechar toda esa riqueza que tenemos en el subsuelo.