En el curso de los últimos años, la implementación de nuevas normativas para la protección de bienes patrimoniales a nivel nacional y provincial hizo necesaria la incorporación de arqueólogos y paleontólogos a los equipos de trabajo que realizan tareas de movimientos de suelos para diversos tipos de obra. La participación de expertos de estas disciplinas en las instancias de planificación y puesta en marcha de proyectos viales, extractivos y de construcción ha demostrado ser de utilidad tanto para asegurar la preservación de bienes culturales y naturales como para minimizar los conflictos surgidos de su puesta en riesgo, daño o destrucción.
Sin embargo, la presencia de estos profesionales en el campo no ha estado exenta de dificultades, dado que por lo general no se encuentran familiarizados con las normas básicas de seguridad e higiene que deben ser respetadas en dicho contexto. Ninguna universidad del país incluye en la formación de arqueólogos y paleontólogos capacitación técnica en tal sentido, lo que implica que incluso expertos con años de experiencia y destacada trayectoria en investigación pueden cometer errores que generen riesgos en obra. A ello se suma la falta de familiaridad de cada una de las partes con el tipo de tarea realizada por la otra y los requerimientos metodológicos correspondientes.
Tales inconvenientes pueden ser evitados si, antes del inicio de los trabajos, los involucrados exponen con claridad cuáles son los objetivos de la labor de cada uno, cuales las metodologías que pretenden aplicar para conseguirlo y que tipo de resguardo es imprescindible para que se desarrolle adecuadamente. Conocer más en detalle las alternativas del trabajo científico (qué se busca recuperar, cómo se identifica, qué tiempo puede insumir tal acción, cómo se registra la información de la tarea, etc.) puede facilitar la organización de un cronograma general de actividades que respete tanto las necesidades de su labor como las del personal de obra. Y evitar que a posteriori los trabajos de excavación, demolición o construcción deban ser interrumpidos para completar una intervención arqueológica o paleontológica, de peritaje o evaluación de impacto, que podría haberse iniciado y culminado antes de la llegada de la primera máquina al sitio.
En caso en que los equipos científicos deban desarrollar tareas de rescate o monitoreo en simultáneo con el avance de la obra, su desempeño debe cumplir los mismos estándares que se le exigen a cualquier otro contratista, incluyendo el uso de EPP y el mantenimiento de las distancias de seguridad con maquinaria en actividad. Si el devenir de un hallazgo requiriera de una tarea que haga necesario una acción potencialmente riesgosa para el equipo científico o para el material detectado, tal situación debe ser comunicada a la dirección de obra, a fin de que ésta pueda detener la actividad y/o reorganizar las tareas a fin de permitir que arqueólogos o paleontólogos concluyan con seguridad la recuperación de los restos hallados.
En la actualidad el desarrollo de un trabajo eficiente requiere de superar antiguos prejuicios que veían la presencia de los investigadores en el terreno como un factor ineludible de demora, o el mero cumplimiento de una obligación legal más. En cambio, su tarea en el contexto actual debe ser entendida como una herramienta que favorece la continuidad de la obra al asegurar el respeto de la normativa vigente, a la vez que contribuye a la recuperación y rescate de bienes patrimoniales cuya salvaguarda es de interés para la comunidad local.
CUADRO 1
– El equipo científico debe entregar un plan de trabajo antes del inicio de su labor a fin de que esta pueda ser coordinada con la del resto del personal de obra.
– La labor de arqueólogos y paleontólogos debe respetar en todo momento las pautas del plan de seguridad e higiene de la obra en el marco de la cual se desarrolla su labor.
– La elaboración de la línea de base y la evaluación del potencial patrimonial de un sitio o un área son acciones que deben realizarse (iniciarse y terminarse) antes del inicio del proyecto, de modo tal que los resultados obtenidos puedan ser incorporados a su planificación. Una vez que la obra ya se encuentra en marcha, la labor científica se enfoca, en cambio, en el monitoreo y detección de hallazgos imprevistos, y en su eventual rescate y/o registro.
CUADRO 2
Ventajas y beneficios de la inclusión de arqueólogos y paleontólogos profesionales en intervenciones que impliquen movimientos de suelos:
- Obtener un diagnóstico temprano del potencial patrimonial del área donde se desarrollará el proyecto que permite una mejor planificación de obra.
- Disponer de información concreta sobre el tipo de hallazgo esperable que permita optimizar tiempo y recursos en la ejecución del proyecto y evite el daño y/o la destrucción de bienes patrimoniales, o que permita un adecuado diseño de las medidas de mitigación en caso que el daño sea ineludible.
- Evitar sobrecostos derivados de clausuras y demoras producto de la violación de la normativa vigente en materia de protección patrimonial así como potenciales conflictos legales.
Mamba, CABA
CUADRO 3
Grupo Adama Arqueología es un equipo interdisciplinario de profesionales capacitados y experimentados en el desarrollo de proyectos de evaluación de impacto y de manejo de sitios arqueológicos y paleontológicos. Sus integrantes tienen experiencia en realizar trabajos de peritaje y rescate en obras activas, trabajando en coordinación con su personal y respetando las normas de seguridad establecidas. Además ofrecen capacitación específica, asesoramiento para la elaboración de planes de gestión y de manejo y mitigación de impacto, así como planes integrales de excavación, monitoreo y control/seguimiento de obra.
El objetivo de la Fundación El Viento Blanco, con la colaboración de Grupo Adama, es asesorar en el diseño e implementación de planes concretos de acción que permitan a las empresas e instituciones desde antes del inicio de las actividades, avanzar en sus tareas en el marco del estricto cumplimiento de la legislación vigente en materia de protección patrimonial.
