El furor por el “Oro Blanco”
Argentina es hoy el tercer productor mundial de carbonato de litio y se perfila para ocupar el segundo lugar de aquí a 2022. Con dos proyectos en operación, otros tres en construcción y catorce en exploración avanzada, los salares de la Puna se han convertido en la nueva “vedette” del mercado minero local.
El mercado del litio se encuentra en un ciclo ascendente a nivel mundial y Argentina se ha sumado a este tren en calidad de proveedor de carbonato de litio (LCE), un commodity esencial para la producción de las baterías de la industria electrónica y de un mercado que viene pisando fuerte, el de los autos eléctricos. “En los últimos años –tal como la Secretaría de Política Económica del Ministerio de Hacienda– la exploración de litio en la Argentina ha mostrado un dinamismo superior al de otros minerales, a partir de diversos factores: perspectivas de demanda y precios favorables; menores requerimientos de capital; involucramiento de empresas industriales no mineras; y restricciones para la instalación de proyectos en Chile y Bolivia”.
Los salares de estos dos últimos países sudamericanos conforman, junto con los de la Puna argentina, el denominado “triángulo del litio”, que concentra el 80 % de los recursos mundiales de litio en salmueras. “Las salmueras naturales son los depósitos que tienen mayor concentración de litio, ya que en ellos se encuentra el elemento disuelto como ión, como en las aguas subterráneas de algunos salares, acompañado de potasio, magnesio y boro”, explican los investigadores Mauro de la Hoz, Verónica Rocío Martínez y José Luis Vedia, del Conicet y de la Universidad Nacional de Salta, en su trabajo El litio: desde los salares de la Puna a nuestros celulares.
Un importante aporte científico de nuestro país ha sido el desarrollo de un método sustentable de extracción del litio en los salares de altura, que es más eficiente y ecológicamente amigable que la evaporación de salmueras por radiación solar, que predomina actualmente y afecta de manera no despreciable los escasos recursos hídricos de la Puna. El equipo del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), conducido por Ernesto Calvo, ideó un novedoso proceso electroquímico en la forma de un pequeño reactor, que ya fue exitosamente probado en el laboratorio y patentado por el Conicet.
La situación del mercado local
El precio internacional de la tonelada de carbonato de litio (LCE) se cotiza en torno a los 13.000 dólares. Las exportaciones argentinas de LCE totalizaron el año pasado 251 millones de dólares, lo que implica una triplicación del valor exportado hace diez años. Los dos empresas que operan actualmente en el país son Minera del Altiplano, subsidiaria local de la estadounidense Livent Corporation (ex FMC Lithium), que tiene a su cargo desde 1998 el proyecto Fénix en el Salar del Hombre Muerto (Catamarca); y Sales de Jujuy, un consorcio integrado la australiana Orocobre y la japonesa Toyota Tsusho, del que también participa como socia minoritaria la estatal provincial Jujuy Energía y Minería (Jemse), en el Salar de Olaroz (Jujuy).
Minera del Altiplano recibió, el año pasado, el visto bueno de las autoridades catamarqueñas para su plan de expansión, con el objetivo de duplicar su capacidad de producción y pasar de 20.000 a 40.000 toneladas de LCE anuales, lo que supondrá una inversión de 300 millones de dólares. Por su parte, con una inversión de 150 millones de dólares, Sales de Jujuy puso en marcha su planta en 2016 y hoy produce 17.500 toneladas de LCE, aunque la empresa asegura que “la operación ha sido diseñada para ampliar la capacidad con desarrollos adicionales en etapas planificadas de acuerdo con la demanda del mercado”.
Una fuerte expectativa de expansión
De los otros tres proyectos en construcción, el más avanzado es el de Minera Exar, una joint-venture entre la canadiense Lithium Americas y la china Ganfeng Lithium, que explota el proyecto Cauchari-Olaroz, del que también participa Jemse y que tiene en desarrollo una inversión total de 675 millones de dólares. A fines del año pasado se inauguró la primera de las veintidós pozas de extracción y se prevé, para el primera trimestre de 2020, la puesta en producción de la planta química para obtener la primera tonelada de carbonato de litio. En una primera fase, la empresa contará con una capacidad de producción de 25.000 toneladas, en tanto que se proyecta sumar, en una segunda etapa, 25.000 toneladas adicionales.
Por su parte, Rincón Mining, de capitales canadienses, proyecta invertir alrededor de 300 millones de dólares para iniciar este año la construcción de su planta modular de carbonato de litio en el Salar del Rincón (Salta), con una producción inicial de 25.000 toneladas. En una segunda fase, con una inversión adicional de 420 millones de dólares, se planea sumar 30.000 toneladas adicionales en una segunda planta, que estaría lista en 2022. Finalmente, la francesa Eramet ha anunciado una inversión de 380 millones de dólares en su proyecto en los salares Centenario y Ratones, en la Puna salteña. La planta, con una capacidad proyectada de 20.000 toneladas de LCE, entraría en producción a fines del próximo año.
“La entrada en vigor de los proyectos más avanzados junto con la expansión de los vigentes, en un contexto de precios altos, podría expandir notablemente las exportaciones nacionales de litio en los próximos cinco años”, señala la Secretaría de Política Económica, en el informe ya citado. Las previsiones son muy alentadoras, ya que –según dicho organismo estatal– “bajo una hipótesis de máximo crecimiento de la capacidad instalada en el país, considerando el ingreso en el corto plazo de todos los proyectos anunciados, sin dilaciones de origen técnico o financiero, la participación argentina [en el mercado global] podría incrementarse del 15 % en 2017 al 25/30 % en 2022”.
Argentina y la cadena de valor del litio
El destino principal del carbonato de litio es la producción de batería de ion-litio, cuya capacidad instalada está mayormente concentrada en Asia, donde se encuentran las principales compañías electrónicas –las surcoreanas Samsung y LG, y las japonesas Sony y Panasonic/Sanyo– y las automotrices que lideran la innovación tecnológica –Toyota y Nissan–, aunque en este último caso también cabe destacar el protagonista de la estadounidense Tesla, liderada por Elon Musk, que inauguró en 2017 su Gigafactoría 1 en Sparks (Nevada) y estará plenamente operativa en 2020. Este año Tesla estará inaugurando en Shanghai (China) otra Gigafactoría, que también producirá baterías de ion-litio para sus autos eléctricos.
Al describir el lugar que ocupa la Argentina en el negocio del litio, Matías Ubogui, de la Asociación Argentina de Vehículos Eléctricos y Alternativos (AAVEA), señala: “Nosotros estamos en la primera parte de la cadena y se pueden hacer procesos adicionales de valor agregado, como el aumento de la pureza [del mineral], pero llegar a la producción de celdas para baterías va a ser muy difícil, porque para ser rentable una fábrica de ese tipo necesita una escala enorme y si no hay una demanda local fuerte, tampoco se va a poder desarrollar a una escala suficiente para que sea competitiva la producción local de las celdas”. Respecto de la pureza del carbonato de litio, cabe señalar que para la fabricación de compuestos para baterías se necesita alcanzar el denominado “grado batería”, es decir, una pureza no inferior al 99,6 %.
La creación de Jujuy Litio S.A., una joint venture entre la empresa provincial Jemse (60 %) y la empresa italiana FAAM (40 %), especializada en sistemas de almacenamiento de energía, es el primer paso para la producción local de baterías de ion-litio. El modesto objetivo es la instalación de una fábrica en el Parque Industrial de Perico, orientada a la producción de celdas para baterías con una producción estimada de 68,6 toneladas de LCE anuales. Serían destinadas, en principio, al transporte urbano de pasajeros. Tengamos en cuenta que la electrificación de la movilidad urbana es la meta que se plantean las grandes ciudades latinoamericanas y que en el caso de Buenos Aires, acaba de iniciarse un plan piloto para la incorporación de ocho buses eléctricos en cuatro líneas de colectivos que circulan por la Capital y el Conurbano, la 12, la 34, la 39 y la 59.
De todos modos, el contexto de dificultades económicas que atraviesa el país constituye la mayor traba para el avance de esa transición energética en el corto plazo. De momento, los avances más notorios se vislumbran por el lado de la instalación de nuevos proyectos de exploración y la concreción de nuevas plantas productoras de carbonato de litio, que permitirían aumentar el peso específico de la Argentina en el mercado internacional del litio.