«El nacionalismo petrolero tiene una visión estatista del sector» La industria petrolera nacional

En Historia del petróleo en la Argentina (1907-1955), Nicolás Gadano desmitifica muchos de los dogmas del nacionalismo petrolero y analiza los logros y contradicciones de la política hidrocarburífera de nuestro país a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Dialogamos con el autor para conocer más detalles sobre el devenir de la industria petrolera nacional.

¿En qué contexto se dieron las primeras exploraciones petroleras en el país?

-La Compañía Mendocina de Petróleo fue fundada en 1886 por Carlos Fader, con un proyecto de sustitución de importaciones, ya que las grandes ciudades empezaban a iluminarse con querosene y Argentina dependía fuertemente de las importaciones de ese combustible. Fader realizó una primera explotación y construyó una precaria refinería para abastecer ese mercado. Sin embargo, el proyecto cayó como consecuencia de la primera gran crisis económica que sufrió nuestro país en 1890. 

Hubo que esperar hasta 1907 para que se produjera el descubrimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia. ¿Qué rasgos tuvo este hecho, que se convertiría para la historia oficial en la fecha del primer hallazgo petrolero?

 -El descubrimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia tuvo dos rasgos diferenciales: no se dio en una provincia, sino en un territorio federal; y no fue producto de la actividad de una empresa privada, sino del propio Estado. Desde su comienzo, nuestra industria petrolera estuvo atravesada por el debate respecto de quién debía ser el dominio de los recursos –la disputa Nación versus provincias– y su explotación –privada versus estatal–. Esta controversia ha generado una suerte de subdesarrollo en la explotación de nuestros recursos, justamente por la volatilidad e inestabilidad de esas grandes definiciones que son las que, en definitiva, permiten al Estado y a los inversores privados proyectar sus inversiones con horizontes largos. Por su alto riesgo exploratorio, esta industria necesita de tiempo.

-Otro de los grandes hitos en el discurso del nacionalismo petrolero argentino fue el famoso “Memorando” de Huergo en 1913.

-El ingeniero Luis Huergo se encontraba al frente de la Dirección General de Explotación del Petróleo de Comodoro Rivadavia, la antecesora de YPF. En su “Memorando” de 1913 podemos encontrar los antecedentes de la que sería la fundamentación básica del nacionalismo petrolero: tiende a haber una sobreestimación de los recursos propios y una visión conspirativa respecto de las empresas extranjeras. De allí se deriva una visión estatista, en la que pareciera que el control de la producción fuera la única manera de asegurar la participación del Estado en la renta petrolera.

En el “Memorando” de Luis Huergo
de 1913 podemos encontrar los antecedentes
de la que sería la fundamentación
básica del nacionalismo
petrolero: tiende a haber una sobreestimación
de los recursos propios
y una visión conspirativa respecto de
las empresas extranjeras.

El legado de Enrique Mosconi -Enrique Mosconi fue el primer presidente de YPF, entre 1922 y 1930. ¿Cuál era su visión de la industria petrolera y cómo llevó sus ideas a la práctica?

 -Mosconi consideraba que si YPF se estaba perdiendo la parte del león del mercado si no abarcaba toda la cadena de valor, avanzando sobre la refinación y la venta de combustibles, donde existía una dura competencia con la Shell y con la Standard Oil. Venciendo las resistencias, Mosconi logró llevar adelante su proyecto y construyó la primera refinería de YPF en La Plata y, posteriormente, comenzó a vender nafta YPF, primero a través de un concesionario y luego de manera directa. YPF era el instrumento para que el Estado capturara parte de la renta petrolera que antes quedaba en manos de los privados. Por eso, el entonces presidente Marcelo T. de Alvear consolidó la política de “reservas fiscales”, iniciada con Figueroa Alcorta, que impedía que vastas áreas de nuestro territorio con potencial hidrocarburífero pudieran ser concesionadas a privados.

Hipólito Yrigoyen es una de las figuras históricas que el nacionalismo petrolero toma como emblema. ¿Cómo evalúa su papel en la creación de la actual YPF?

-La etapa de Yrigoyen en la gestión del yacimiento de Comorodo Rivadavia fue muy mala. Incluso hubo renuncias de personajes de primer orden como Enrique Hermitte, un ingeniero en minas formado en Francia que estaba al frente de la Dirección de Minas cuando tuvo lugar el descubrimiento de petróleo en 1907. Sobre el final de su primer gobierno, Yrigoyen creó la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, lo que en realidad era un cambio de nombre para una repartición que ya existía. Quien designó al entonces coronel Enrique Mosconi al frente de la Dirección General de YPF fue Marcelo T. de Alvear, en octubre de 1922.

-Al producirse el golpe de 1930 hubo una especie de alianza o, al menos, una comunidad de intereses entre Yrigoyen y Mosconi. ¿Por qué?

 -Desde mi punto de vista, en ese momento, Mosconi radicalizó su discurso y se acercó a Yrigoyen en una idea de nacionalización y monopolio estatal del sector, visión que hasta entonces no había alentado. Mosconi defendió a Yrigoyen frente al golpe y quedó muy mal parado frente al gobierno del general José Félix Uriburu, quien tomó el poder luego del golpe de septiembre de 1930. La reivindicación de la figura de Mosconi se daría recién después de su muerte.

De la “Década infame” al Peronismo -La década del 30 pasó a la historia como la “década infame” y sería recordada por el “fraude patriótico”. ¿Qué ocurrió en esos años en YPF? foto 1

Paradójicamente para YPF fue una “década de oro”, ya que la empresa logró consolidarse y convertirse en líder tanto en exploración y producción como en refinación y venta de combustibles. Fue central la figura de Antonio De Tomaso, dirigente del socialismo independiente que se sumó al gobierno del general Agustín P. Justo como ministro de Agricultura, área que agrupaba todas las ramas productivas y de la que dependía YPF. Murió muy joven, en 1933, pero antes logró sacar adelante dos proyectos muy importantes: la Ley Orgánica de YPF y la primera Ley del Petróleo. El Gobierno de Justo dejó de lado un nacionalismo militar para encarnar a un nacionalismo más ingenieril, liderado por Ricardo Silveyra, quien estuvo al frente de YPF hasta 1943. Fue una etapa de gran prosperidad: se inauguró el Laboratorio de Florencio Varela y se construyeron las refinerías de San Lorenzo, Salta y Mendoza, además del acuerdo con el Automóvil Club Argentino (ACA) para establecer una gran red de estaciones de servicio en todo el país.

Una característica del gobierno de Perón fue su pragmatismo. ¿Cómo convivieron durante su gobierno diferentes visiones y políticas sobre el sector petrolero?

 -Perón dio espacio a distintos grupos. En una primera etapa, tuvo mucho más poder un grupo de tinte nacionalista, que comenzó a ganar peso con Julio Canessa, ideólogo del proyecto de consolidar el monopolio estatal del petróleo previsto en la Constitución de 1949. El segundo gobierno de Perón coincidió con las dificultades económicas, la falta de divisas y una YPF muy burocratizada que empezó a tener dificultades para abastecer de combustibles a la economía argentina. En los primeros años de la década del 50, Perón empezó a fomentar una apertura a la inversión extranjera y la incorporación de capitales externos a la industria. La que Perón tenía en mente era que YPF se concentrara en desarrollar y poner en producción las reservas que ya habían sido descubiertas, mientras que el inversor privado se encargaría de la exploración de nuevos yacimientos. La bandera del nacionalismo petrolero dejaba de ser la soberanía y el control estatal sobre los yacimientos, y pasaba a ser el autoabastecimiento energético. En ese contexto se inserta el contrato con la Compañía California Argentina de Petróleo –filial de la Standard Oil de California (SOCAL)–, que le otorgaba derechos exclusivos de exploración y producción de un área inicial de 49.800 km2 en Santa Cruz por un plazo de 40 años, renovables por cinco años más. Con el golpe de septiembre de 1955, la Revolución Libertadora dispondría la caducidad de hecho del contrato.

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