“Argentina está nuevamente en el mapa de los inversores” – Leonardo Viglione

La minería tuvo un gran despegue a partir de mediados de los 90, gracias a una serie de leyes que impulsaron las inversiones en el sector. En la década pasada, en un escenario de altos precios de las commodities, hubo un auge de esta actividad en distintas provincias. El boom que comenzó a frenarse en los últimos años y hoy el sector está a la espera de un relanzamiento. Para entender cuál es su realidad actual en un contexto internacional desfavorable, conversamos con Leonardo Viglione, socio líder de Minería en PwC.

¿Cómo puede impactar la quita de retenciones a  las exportaciones mineras?
Lo que hizo la administración Macri fue volver a cumplir  la ley. La minería es una industria que invierte mucho  de entrada y obtiene su rentabilidad a través de los años  de vida de la mina. La estabilidad fiscal, establecida por  la Ley de Inversiones Mineras de 1993, implica “sacarle  una foto” a los impuestos al momento de iniciar la inversión  y garantizar su estabilidad por 30 años, sin que  se agreguen impuestos nuevos ni se quiten los existentes.  Las retenciones, más allá de los tecnicismos, eran un  impuesto nuevo. Hay quien sostiene que no se trata de  un impuesto y por eso la cuestión se trasladó a los Tribunales.  Entiendo que la decisión del nuevo gobierno es  una señal de confianza que se está dando al sector. Ha  habido una ralentización en las inversiones debido a una  caída de la demanda de ciertos minerales que la Argentina  produce. Volver a respetar las leyes de minería, que  contemplan la estabilidad fiscal, permite dar una buena  señal hacia los inversores, tanto los que están como los  que les interesaría ingresar.
¿Puede mejorar la competitividad argentina en el  marco regional?
Tenemos que partir de la base que Argentina no es  un país minero, sino un país agrícola que cuenta con minerales.  No somos Chile, Perú ni Bolivia, que llevan la  minería en su ADN. El nuestro es un país muy rico que  no le había dado a la minería el lugar que le han dado  otros países. Las leyes de estabilidad fiscal y promoción  de las inversiones mineras pusieron a la Argentina en el  mapa. Durante la prima parte de la última década el país  se mantuvo en el mapa, pero ya terminando la década  empezó a tomar algunas decisiones que comenzaron  a erosionar el buen nombre que tenía. Me refiero, por  ejemplo, a las retenciones que antes no existían y a la  generación de impuestos provinciales que no tendrían  que haberse incorporado. Eso hizo que, mirándolo desde  el board de una empresa extranjera y teniendo un  determinado presupuesto para exploración, se prefiriera  asignar recursos a proyectos en Chile o Perú, donde  tal vez no había tantos problemas para operar. La reversión  de esa situación pone nuevamente a la Argentina     en el mapa y la empieza a hacer más competitiva.   Los mineros son gente optimista   por naturaleza y los minerales no se van a   mover de donde están, con lo cual antes   o después alguien va a tener que venir a   extraerlos. Como me decía un amigo australiano,   la minería se hace donde están   los minerales y no donde a nosotros nos   gustaría que estén. Entonces veo que se   abre una ventana de oportunidad. Si volvemos   al sendero de la confiabilidad y de   la estabilidad, probablemente volvamos a   mejorar en exploración, la madre de esta   actividad.
¿Cómo evalúa la política de sustitución   de importaciones mineras   que se implementó en los últimos   cinco años?
La sustitución de importaciones fue   vista por algunos sectores como una traba   y por otros como una oportunidad.   Ha habido casos de éxito impresionante,   como el de una compañía que se dedicaba   a producir ropa de montaña y terminó   siendo proveedor de una de las grandes   mineras del mundo. Hoy esa fábrica está   exportando y se ha convertido en un proveedor   global. Hay otros ejemplos no tan   felices que generaron retrasos en los programas   de producción de algunas empresas.
 ¿De qué manera impacta en la actividad   minera la baja del precio del   petróleo?
Los derivados del petróleo constituyen   uno de los costos más importantes que   tiene esta industria, con lo cual la caída del   precio debería ayudar a tener costos más   bajos de producción y ser más eficientes.   El costo de la energía siempre es importante   en esta industria. Junto con el costo   de los neumáticos y el de la mano de obra,   es uno de los tres grandes componentes   que tiene una mina en operación. La baja   del barril de crudo hubiera beneficiado a   la industria si se hubiesen mantenido los   precios de los minerales. Sin embargo,   ahora también están cayendo los precios   de los minerales; por ejemplo, la onza de   oro pasó de 1800 dólares cuando el barril   de petróleo estaba a 130 dólares, a 1000   dólares con el petróleo a 30 dólares.
¿Cómo observa la tendencia de precios   de los minerales de cara al   mediano plazo? 
Cuando uno lee los reportes de los   grandes bancos de inversión, los mismos   que en 2011 decían que en 2012 la onza   de oro iba a estar a 2500 dólares, hoy explican   que está a 1200 y posiblemente   pase a 1000 dólares. Depende del mineral   que se considere, es un problema de especulación   -tal es el caso del oro, el platino   o el paladio- o de tracción de la demanda   -como ocurre en el caso del cobre con   la caída de la demanda China, o en el de   la plata para usos industriales-. También   cayó el mineral de hierro porque pararon   de construir edificios en el este asiático.   Sobra incluso acero en el mundo y los países   que son productores de acero están   tratando de que no cerrar las siderúrgicas   y así es como salen a vender los stocks, lo   que repercute en el precio.
Estado, “licencia social” y controles   provinciales
   ¿Es positiva la participación del Estado   a través de empresas provinciales   que son socias en los proyectos   o podría convertirse en un   obstáculo para la inversión?
Esto no solamente ocurre en Argentina,   sino también en otras partes del mundo;   y no por eso la inversión se frena. Nosotros   tenemos un caso en Santa Cruz, el   de la empresa estatal Fomicruz (Fomento   Minero de Santa Cruz), que ha funcionado   bien y no ha planteado grandes inconvenientes   a los inversores privados.
En otro orden, si nos detenemos en   Bajo de la Alumbrera, podría ser   un caso testigo en lo que se refiere   al cierre de un proyecto de su   dimensión, el primero que va a   producirse desde la aprobación   de las leyes mineras de los 90.   ¿Qué puede dejarnos esta experiencia?
Vamos a experimentar lo que se experimenta   en todas las partes del mundo cuando   un gran proyecto se cierra: hay que salir   a buscar otro proyecto. Ahí es muy importante   ver qué hizo la comunidad mientras   el proyecto estuvo en funcionamiento y   cuál fue la interrelación de la empresa con   la comunidad. Esto sucede, por ejemplo, en   Canadá, donde se cierra una mina, se abre   otra y se ha desarrollado una industria autóctona   que permite ser proveedora del   siguiente proyecto. Acá hemos desarrollado   proveedores nacionales muy buenos,   que eran pymes y que hoy son llevados por   las mismas empresas multinacionales para   trabajar con ellas. También tenemos multinacionales   argentinas que han aprendido   de minería y hoy trabajan en Perú y Chile,   donde compiten y ganan.

 

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